Milei y las criptomonedas: ¿inversión legítima o estafa?
Cuando se habla de Milei y las criptomonedas, la conversación rara vez es simple. Algunos lo ven como un impulsor de la libertad económica, otros lo acusan de alimentar burbujas peligrosas.
En este artículo se abordará esa tensión: se examinarán declaraciones, se rastrearán vínculos, y (más importante aún) se pondrá el foco en LIBRA, una criptomoneda que ha levantado sospechas y entusiasmo casi en partes iguales. ¿Qué hay detrás de ella?
Se realizó un análisis multidisciplinario. Se cruzaron registros en blockchain, contenido de redes sociales, promesas de rentabilidad y contexto político. Todo eso. También se revisaron antecedentes de los promotores, algunos de los cuales repiten patrones que ya se han visto antes en otros tokens.
Pero no se adelantará nada todavía. Lo que importa aquí es el método: no solo se trata de opinar, sino de entender la lógica detrás del fenómeno. O al menos, intentarlo.
Conclusiones clave de nuestro análisis sobre LIBRA
A estas alturas, cualquier inversor mínimamente atento ya habrá oído algo sobre LIBRA. Después de analizar su trayectoria, sus actores y sus efectos, estas son (por ahora) las observaciones que deben permanecer en la mesa:
- Una volatilidad que no puede explicarse sólo con oferta y demanda: El precio de LIBRA se disparó en apenas minutos. Luego, colapsó con igual velocidad. Este patrón de ascenso y caída abrupta recuerda a estructuras tipo pump-and-dump, que ya se han visto antes, con nombres distintos, pero con el mismo resultado: unos pocos ganan, miles pierden.
- Una red de cuentas fundadoras con beneficios desproporcionados: Los registros en blockchain muestran algo inquietante: nueve direcciones (todas asociadas a los primeros tenedores de LIBRA) lograron retirar cerca de 90 millones de dólares apenas minutos después del pico. Un timing impecable, casi quirúrgico.
- Un tuit presidencial que cambió el rumbo del token: Una publicación de Javier Milei bastó para que miles de usuarios comprarán. La capitalización explotó. Pero el mensaje fue borrado pocas horas después, sin explicación. Ese silencio, ese gesto mínimo de eliminar un tuit, tuvo un efecto colosal: el precio se desplomó y el caos se desató.
- Reacciones institucionales intensas, aunque breves: En 48 horas, se registraron más de 100 denuncias penales. Se creó una unidad de investigación específica. El Congreso pidió explicaciones. Hubo incluso solicitudes internacionales. Pero el impulso inicial se diluyó. La unidad fue cerrada, el tema salió del ciclo mediático y, como suele ocurrir, el escándalo se replegó hacia los márgenes.
- Una lección sobre confianza, transparencia y credulidad digital: LIBRA es, en el fondo, un caso de estudio. Sobre cómo se construyen narrativas, cómo opera el carisma político en los mercados descentralizados, y cómo la falta de regulación sigue siendo el terreno fértil para la estafa de criptomonedas.
¿Es LIBRA una estafa?
Responder a esta pregunta con precisión absoluta es difícil, aunque lo evidente pesa. No siempre se trata de tener pruebas directas; a veces basta observar el patrón, el momento, las consecuencias. Con Milei y las criptomonedas, sobre todo LIBRA, el conjunto de señales no apunta a un proyecto fallido por inexperiencia o exceso de ambición.
Apunta, más bien, a una estructura meticulosamente diseñada para favorecer a unos pocos. A continuación, se desglosa la evidencia desde distintos ángulos, sin pretensión de juicio final, pero sí con la intención de ordenar los elementos que el caso pone sobre la mesa.
Equipo, empresa y verificación de antecedentes
El desarrollo de LIBRA se atribuye a Kelsier Ventures, una firma sin historial público relevante en criptoactivos, encabezada por Hayden Mark Davis y su padre, Tom Davis. Aunque se presentó como un proyecto ligado al ecosistema de innovación, sus vínculos con KIP Protocol (una estructura registrada en Panamá) levantaron dudas desde el principio.
La falta de transparencia operativa, sumada a la concentración de tokens en apenas nueve direcciones, hace difícil argumentar a favor de una descentralización genuina.
Ahora bien, no sería la primera vez que un proyecto cripto surge con poca información disponible. Lo problemático aquí no es solo la opacidad: es la coincidencia entre esa opacidad y el beneficio económico inmediato que obtuvo el círculo interno.
No hay pruebas concluyentes de fraude por parte de cada individuo involucrado, pero los patrones se repiten: fondos extraídos antes del colapso, declaraciones difusas, vínculos políticos no aclarados.
Información de la criptomoneda y estado actual
LIBRA fue lanzada el 14 de febrero de 2025, sobre la red Solana, y experimentó una valoración instantánea que desconcierta incluso a quienes ya han visto de todo en el mundo de las mejores altcoins. En menos de 15 minutos pasó de una cotización insignificante a superar los 5 dólares por unidad, impulsada por un solo tuit del presidente Javier Milei, quien describió el token como “una herramienta para democratizar las finanzas”.

Ese tuit fue eliminado pocas horas después. Para entonces, LIBRA había perdido más del 85% de su valor. Casi de inmediato, las wallets vinculadas a los fundadores habían retirado más de 280 millones de dólares. La criptomoneda hoy prácticamente no tiene circulación, y su distribución de tokens carece de soporte. Los mejores exchanges de criptomonedas que inicialmente permitieron su compra la retiraron silenciosamente.
Desde un punto de vista técnico, LIBRA nunca llegó a ofrecer funcionalidades concretas. No tenía roadmap. No se publicó ningún whitepaper verificable. El contrato inteligente era opaco y, según varios auditores independientes, contenía funciones que permitían alterar el suministro total de tokens sin aviso previo.
Razones por las que LIBRA fue considerada una estafa
Algunas características del caso LIBRA recuerdan (de forma casi incómoda) a lo que en el sector se conoce como un “rug pull”: una salida planificada de los creadores tras generar un pico de inversión. A continuación, algunas señales clave:
- Retiro anticipado de grandes volúmenes por parte del equipo fundador, minutos después del punto más alto del precio. Las operaciones no fueron casuales ni escalonadas: fueron inmediatas y precisas.
- Comportamiento típico de insider trading, con adquisiciones masivas por parte de las mismas direcciones que luego ejecutaron los retiros. El patrón, más que técnico, es psicológico: se confía en que el público llegará tarde y actuará por impulso.
- Instrumentalización política. La participación (aunque no formal ni oficial) del presidente Milei en criptomonedas (con un solo mensaje en X) actuó como catalizador. Puede que no sea una influencia directa, pero sí resultó ser un efecto colateral.
- Ausencia de documentación formal del proyecto. Sin libro blanco, sin contrato verificado públicamente, sin auditorías previas ni posteriores. La narrativa era fuerte, pero la estructura, endeble.
- Intervención judicial y regulatoria inmediata, tanto en Argentina como en EE. UU., con congelamiento de activos y demandas en curso por parte de la Cámara de Diputados de Argentina. El fenómeno fue tan abrupto y público que ni siquiera el escepticismo habitual de los organismos regulatorios pudo mirar hacia otro lado.
¿Qué ha pasado con la criptomoneda LIBRA?
LIBRA lo que ha hecho es dejar una estela. De confusión, de oportunismo y, sobre todo, de preguntas mal resueltas. Aquí, una cronología de los hechos principales, tal como ocurrieron.
- 13 de febrero de 2025: Aparecen los primeros rumores en foros cripto y grupos de Telegram de criptomonedas sobre un nuevo token que, según fuentes informales, tendría alguna conexión con el gobierno argentino. Ahí ya empezaba a gestarse el fenómeno de Milei y las criptomonedas.
- 14 de febrero – 18:58 (hora Argentina): Se despliega el contrato inteligente de LIBRA sobre la red Solana. No hay comunicado oficial, ni lista blanca, ni fase previa de desarrollo accesible al público. Solo un contrato y una frase: “por la libertad”.
- 14 de febrero – 19:01: Javier Milei hace el anuncio en sus redes con la dirección del contrato. Ni advertencia, ni aclaración, ni contexto. Solo un enlace y una invitación a ser parte de algo “histórico”. En los minutos siguientes, miles de compradores minoristas se lanzan a adquirir el token. LIBRA pasa de ser un desconocido a convertirse, brevemente, en una sensación global. El cruce entre Milei y las criptomonedas alcanza su punto más viral.
- 14 de febrero – 19:40: El token alcanza un precio de más de 5 dólares. Apenas media hora después, el colapso. Cuentas vinculadas al equipo fundador retiran millones de dólares en ventas. Lo que sigue parece una coreografía ya vista: caída libre, confusión en redes, y una ola de arrepentimiento.
- 15 de febrero – madrugada: El presidente borra su publicación. El gesto no pasa desapercibido. En paralelo, uno de los fundadores del proyecto, Hayden Davis, emite un comunicado en el que acusa a los asesores de Milei de “romper el acuerdo de visibilidad”.
- 15 de febrero – tarde: Analistas detectaron que el 84% de los tokens estaban concentrados en tres wallets; también se reveló que Davis había retirado cerca de 113 millones de dólares (incluyendo comisiones).
- 16 al 18 de febrero: Se presentan más de 100 denuncias penales en Argentina. La Unidad de Transparencia e Innovación (UTI) es creada para investigar el caso, aunque sería desactivada semanas después. Mientras tanto, en Estados Unidos, se inicia una causa civil con congelamiento de activos.
- Marzo–abril 2025: El caso cruza fronteras. Se inician demandas colectivas en jurisdicciones internacionales. LIBRA ya no cotiza en exchanges relevantes. No hay liquidez, ni soporte técnico, ni defensores públicos del proyecto. El silencio institucional comienza a imponerse.
- Mayo–junio 2025: La Oficina Anticorrupción argentina exonera formalmente a Milei por falta de evidencia directa en el uso de fondos públicos. Pero los procesos en EE. UU., España y otros países siguen abiertos. La conexión entre Milei y las criptomonedas ya no es anecdótica: forma parte del debate regulatorio sobre el rol de los líderes políticos en el ecosistema cripto.
Mejores prácticas para protegerse de criptomonedas ilegítimas
El ecosistema cripto, con sus márgenes aún por definir, ha sido terreno fértil tanto para la innovación financiera como para el engaño. Todas las criptomonedas emergentes (especialmente aquellos que combinan política, celebridad o retórica libertaria) exige una revisión meticulosa.
Después de analizar el caso LIBRA y otros similares, vinculados al fenómeno de Milei y las criptomonedas, surgen algunas prácticas que, sin ser infalibles, funcionan como líneas defensivas mínimas. O si se quiere, como recordatorios incómodos de que la euforia, a menudo, antecede al error.
1. Cuidado con las promesas absolutas y el marketing emocional
Las estafas no suelen comenzar con amenazas, sino con entusiasmo. Cuando un token asegura multiplicar por cien en horas, cuando los discursos apelan más a la emoción que al detalle técnico, conviene dar un paso atrás.
LIBRA, por ejemplo, se presentó como una herramienta de liberación económica. Otras veces, como en el caso de de Milei y sus criptomonedas, la narrativa fue “romper con el sistema”. Pero el marketing no reemplaza la legitimidad técnica.
2. Validar la liquidez y los candados del contrato inteligente
Una de las formas más frecuentes de manipulación es el retiro de liquidez por parte de los creadores. El clásico “rug pull”. Para mitigar ese riesgo, se recomienda verificar que los fondos estén bloqueados en contratos sin privilegios administrativos.
Herramientas como DexTools o Bubblemaps permiten visualizar estas estructuras. LIBRA, dicho sea de paso, no contaba con ninguna de estas garantías. Y así le fue.
3. Exigir transparencia técnica: whitepaper, auditorías y repositorios
En cripto, lo técnico no es secundario, es fundacional. Si el proyecto no tiene libro blanco, o si el código del contrato no está auditado por un tercero independiente, el riesgo se multiplica. A veces hay whitepapers redactados como manifiestos políticos, plagados de vaguedades.
En otras, la auditoría está, pero es de dudosa procedencia. No es cuestión de confiar ciegamente, sino de cruzar información. En el entorno de Milei y sus criptomonedas, este tipo de verificación ha sido sistemáticamente ignorado por miles de usuarios.
4. Analizar las wallets vinculadas y observar comportamiento en cadena
Una mirada al comportamiento de las principales billeteras permite detectar movimientos sospechosos. Compras masivas previas al lanzamiento, distribución concentrada o sincronización perfecta con picos de precio. No es solo análisis técnico: es forense.
En el caso de LIBRA, las direcciones fundadoras vendieron con un timing que difícilmente puede considerarse accidental. Y aunque no se puede probar intención en todos los casos, los patrones (cuando se repiten) se vuelven elocuentes.
5. Usar exchanges y billeteras con reputación sólida y regulación vigente
Aunque parte del atractivo del mundo cripto reside en su descentralización, no todos los caminos llevan a la innovación. Muchos llevan, directamente, a la estafa. Elegir plataformas con procedimientos de verificación de identidad (KYC), respaldo legal y trayectoria pública reduce sustancialmente el riesgo.
Es cierto, algunos tokens “explosivos” no figuran en estos exchanges. Pero a veces no figuran por una razón. También conviene recordar los procedentes de Elon Musk y las criptomonedas, cuando su influencia generó subidas abruptas de activos sin sustento. El patrón es familiar.
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Veredicto final sobre el papel de Milei en el mercado cripto
Es difícil separar el fenómeno Milei y las criptomonedas de la propia lógica del mercado cripto: un terreno donde la percepción, más que los fundamentos, mueve precios, decisiones y narrativas.
Javier Milei, al intervenir en la promoción de LIBRA, no sólo legitimó el token ante miles de inversores, sino que expuso, quizá sin quererlo, los vacíos que aún existen entre poder político y responsabilidad financiera en entornos descentralizados. No fue desarrollador, ni inversor formal, pero su palabra funcionó como catalizador. Y luego, su silencio también.
No se trata de atribuir culpas definitivas, pero sí de reconocer que, en este ecosistema, un gesto comunica tanto como un contrato. LIBRA, como se vio, fue un proyecto sin hoja de ruta clara, sin auditorías, con una liquidez que desapareció casi al instante. Y sin embargo, bastó con un tuit para que el fenómeno explotara.
¿Qué dice eso del mercado? Tal vez más de lo que se quiere admitir. Quien se acerque a los proyectos de criptomonedas debe asumir que no todo lo que brilla es descentralización.
Algunos factores no cambian: el whitepaper debe ser accesible y coherente; el equipo, identificable; el contrato inteligente, verificable; y la liquidez, protegida. Cuando la única garantía es la figura pública que lo respalda (sea un presidente, una celebridad o un gurú), el riesgo deja de ser técnico para volverse estructural.
Milei y sus criptomonedas no son una categoría de activos, pero sí una advertencia histórica. De cómo el lenguaje político puede distorsionar señales de mercado. Y de cómo, incluso en un sistema diseñado para evitar la intermediación, el carisma sigue teniendo un precio.
Preguntas frecuentes: